jueves, 27 de septiembre de 2012

tala de arboles


La tala de árboles y el daño al medio ambiente

La denuncia de un cacique de la comunidad aborigen de Solco Yampa contra la tala y deforestación indiscriminada de árboles autóctonos en la zona de Arcadia -al sur de nuestra provincia- reactualiza un inveterado problema que parece no tener respuesta en Tucumán: la progresiva destrucción de su medio ambiente.

Se trata de un asunto que cada tanto irrumpe en la opinión pública -a veces por advertencias como esta, otras por algún tipo de incidente que se provoca, o por tareas de investigaciones periodísticas- y que luego de un tiempo de repercusiones vuelve a quedar fuera del foco de atención. Pese a la gravedad que lleva implícita la comprobación del daño que se infringe a la naturaleza, pareciera que el tema no encuentra una solución de peso de parte de las autoridades competentes o de sectores institucionales y sociales que deberían mostrar respuestas. Sin embargo, la envergadura de esta denuncia excede a otras, en razón de que el líder de la comunidad aborigen culpa y responsabiliza a un legislador del oficialismo de promover la destrucción de cedros, cebiles y tipas para promover la producción de limones. Mientras avanzan iniciativas y trámites en la Legislatura para determinar si hay una violación a las leyes y reglamentaciones vigentes de parte de uno de sus miembros, lo que llama especialmente la atención de la opinión pública -precisamente- es la responsabilidad institucional de la persona involucrada en la deforestación.

Como se sabe, una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Esta actividad que implica "desnudar el planeta de sus bosques" y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene como resultado un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. Es que los árboles ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Y abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente estableció que la protección ambiental es una parte integrante del desarrollo, que debería tener como objetivo aliviar la pobreza y lograr un equilibrio entre la eficiencia económica y la sostenibilidad. Se reconoce por parte de este organismo internacional, que todos los bosques y sus especies deben ser objeto de una ordenación sostenible, que garantice sus servicios y beneficios sociales, económicos y ecológicos. En la Argentina la legislación sigue estos pasos; la Justicia en más de una ocasión trató de evitar la destrucción de las epecies naturales.

Pero, la tala de árboles ha sido particularmente dañina para la geografía tucumana, a tal punto que los expertos la consideran como una de las principales causantes de la creciente de los ríos y las inundaciones que deslavan cerros y campos provocan graves daños en las propiedades y hasta tragedias humanas. Y en más de una ocasión se advirtió que los espacios forestados son insuficientes en la provincia y que se necesita más del doble de los existentes para que la calidad de vida de los tucumanos sea más óptima. La alteración del microclima y la contaminación ambiental, que genera graves trastornos en la salud, es una consecuencia grave y dolorosa de la degradación de la naturaleza. Es de esperar, entonces, que ante frente al nuevo cuadro, la reacción oficial esté a la altura de la situación y que la intervención consecuente ponga a resguardo definitivamente un patrimonio fundamental para todos.

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